martes, 7 de octubre de 2014


EL ANÁLISIS DE RIESGOS

En España tenemos un cierto déficit a la hora de evaluar los riesgos de las decisiones que tomamos. Nos lanzamos a hacer cosas, pensando que todo saldrá bien y que obtendremos los resultados previstos sin que nada ni nadie se interponga.
Desgraciadamente la realidad es diferente. En toda actividad existe un riesgo de fracaso que, aunque se tomen medidas para evitarlo, nunca se alcanza la probabilidad cero de ocurrencia. Cuando a pesar de ser la probabilidad baja , los efectos de la aparición del riesgo pueden ser catastróficos, hay que empezar a tentarse la ropa.
Viene esto a cuento de la aparición del primer caso de contagio por ebola en Europa, asunto de la mayor trascendencia. En el origen de este hecho está la decisión de trasladar a dos enfermos a España, con el fin de curar su enfermedad. Antes de tomar esta decisión, quien lo hizo debió haber tenido un informe que le comunicase:
a) la probabilidad de curar a esas personas
b) el riesgo de que se produjese un contagio

Pues bien, aun suponiendo, cosa que dudo, que la decisión se tomase teniendo en cuenta un informe serio,  hay que  reconocer que el informe fracasó estrepitosamente:
a) tristemente los enfermos fallecieron a los 4 días de su llegada. En un caso no se disponía ni del tratamiento adecuado.
b) la protección del personal sanitario también falló, produciéndose un contagio, que sin dramatizar,  esperemos que esa persona se cure y no se produzcan más contagios, supone un riesgo de salud pública muy considerable.

Por tanto alguien debería ser responsable de:
- Haber tomado alegremente una decisión que entrañaba riesgos considerables para los trabajadores sanitarios y el resto de la población, sin haber evaluado esos riesgos y si era el caso de que las probabilidades de curar a los enfermos hicieran  viable asumirlos
- En el caso de haber realizado el informe de riesgos, el autor sería responsable de negligencia profesional al haber equivocado totalmente los pronósticos
Es posible que haya habido fallos estrictamente sanitarios en el proceso, pero debería también haberse tenido en cuenta la probabilidad de su aparición
Esto de despreciar los riesgos y lanzarse alegremente a aventuras costosas es algo que se da en otros ámbitos de actividad, como por ejemplo las obras públicas, pero eso ya es otra historia